miércoles, 30 de mayo de 2012

reseña

Titulo de la reseña: La espera sin tiempo
Autor: Gabriel García Márquez
Titulo: El coronel no tiene quien le escriba
Editorial: ERA, S. A de C. V.
Lugar: Calle del trabajo 31, 14269 México, D.F. 
Año: 1961
Paginas: 106

La historia transcurre en un pequeño pueblo, sin mucho para hacer, oprimido por una dictadura que ha costado la vida a varios de sus habitantes, entre ellos, Agustín, el hijo del Coronel, acribillado en la gallera por distribuir información clandestina. Otros se ha visto obligados a huir; excepto don Sabas compadre del personaje, un poderoso hombre de negocios, (que no pierde oportunidad para sacar provecho de cada situación), único dirigente de su partido que logró escapar “milagrosamente” a la persecución política.
        Desde las primeras líneas vemos la dura situación económica que el coronel y su esposa enferma de asma, atraviesan después de la muerte de su hijo. Cada rincón de la casa huele a pobreza y nostalgia, a incertidumbre y eterna espera; día tras día han ido gastando sus escasos ahorros, producto de la venta de las pocas cosas de valor que tenían. Lo único que les queda es un gallo, herencia de su hijo, en el cual tiene el coronel cifradas sus esperanzas; mientras ve, como una a una sus pocas pertenencias van desapareciendo para pagar sus gastos y mantener al animal en contra de la voluntad de su mujer, quien insiste en que se deshaga de él. Pero es el gallo de Agustín, ¿Cómo venderlo? ; Además en enero comienzan las peleas y su suerte podría cambiar. Afortunadamente los amigos de su hijo al enterarse de la situación, le proponen encargarse de la alimentación del ave, pues ellos también esperan ansiosos ahorrando cada centavo para la gran pelea. Los días transcurren con densa monotonía, las noticias que llegan son escasas y confusas por la censura, toda la espera se centra en el viernes cuando llega el correo y el coronel espera, espera una carta que nunca llega, quince años esperando la carta de su retiro, quince años de excusas por parte de su abogado y de silencio del gobierno. Viernes a viernes se repite la escena, el angustiado coronel aguarda escondiendo su ansiedad, la carta que pondrá fin a sus vicisitudes, pero el resultado es siempre el mismo: nada.
       Ya sin más recursos ni noticias de su pensión, decide vender el gallo, así que acude a su compadre Sabas quien le ofrece novecientos pesos, y aunque recibe un adelanto por la venta y alcanza a gastar parte del dinero, algo ocurre que le hace cambiar de idea.


          Fue una tarde de Diciembre, un viernes, el coronel había ido a esperar el correo, como siempre y siguiendo al administrador lo sorprendió un tumulto en la gallera, recordó que ese día comenzaban los entrenamientos y entró. Allí estaba su gallo en medio de la pista, temeroso quizás de enfrentar algo desconocido, pero después de las primeras escaramuzas sus patas ya no temblaban. Germán (uno de los amigos de su hijo) salto a la pista y lo mostró al público quien lo ovacionó frenéticamente, pero el coronel se lo quitó y salió del lugar entre gritos y aplausos. Todo el pueblo salio a verlo pasar, habían despertado de diez años de letargo. Caminó a su casa absorto en sus recuerdos, al llegar le dijo a su esposa que el gallo no se vendía y le entregó parte del adelanto para que lo devolviera a su compadre. Algo había cambiado en nuestro coronel, una confianza y una seguridad que no pudieron ser derribadas por las constantes dudas y preguntas, así como los múltiples reproches de su esposa. Una especie de intima y silenciosa rebeldía nos dan en estos últimos párrafos la imagen de un verdadero coronel: valiente, sereno, firme... Sin lugar a dudas Gabriel G. Márquez es un maestro de la narrativa, con este cuento que nos mantiene expectantes de principio a fin, nos atrapa y nos hace vivir junto al personaje cada momento.
         Sufrimos la larga espera, nos desesperamos con sus peripecias, nos amargamos con sus renuncias, pero en medio de todo ese dramatismo, sonreímos con la dulce ingenuidad del personaje. Este es un cuento para disfrutar y reflexionar.

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